Un mecánico solo necesitaba una lámpara estroboscópica y buen oído, nada más.
En los años 70 y 80, aparecieron los primeros ordenadores básicos, pero su mantenimiento era muy sencillo. Sin embargo, empezaron a surgir nuevos problemas eléctricos: fugas de agua que provocaban fallos en el cableado y problemas intermitentes que requerían conocimientos específicos de la marca.
Muchos mecánicos recuerdan con añoranza esa época en la que había espacio de sobra para meter una herramienta, en la que los sistemas de suspensión y frenos eran algo sencillo, o en la que los motores se fabricaban para durar. La soldadura estaba a la orden del día, ya sea para reparar un escape o para realizar una reparación rápida sobre la marcha.